"Cuando hablas de tu práctica diaria de mindfulness o meditación pasas a ser el centro de la reunión familiar, de las cañas con los colegas, del trayecto en metro después del curro… Se hace un silencio, la gente te pregunta cosas divertidas como ”¿eres budista?", "¿comes carne?", "¿y tu mujer qué opina?", "¿los saben tus hijos?""
Hoy tenemos la suerte de contar con un invitado especial en el Blog de Menteencalma: es Eduardo Barriocanal, psicoterapeuta formado en el programa MBSR y practicante entusiasta de meditación.
Eduardo no es solo un mindfulnero convencido, sino que también utiliza mindfulness como herramienta para ayudar a sus pacientes. Hace un tiempo, le pedí que escribiera para los lectores de Menteencalma explicándonos qué ha supuesto la práctica en su vida, cómo lo aplica en su consulta y si cree que hay algunos aspectos que deberíamos tener en cuenta ¡y accedió! 😉
Aquí tenemos su artículo. Te dejo con él, que lo disfrutes.
¿Tú te lavas la boca?
Actualmente sería una pregunta extraña; hace tiempo que somos muchos los que mantenemos esta sana costumbre una, dos, incluso tres veces al día; parece que favorece nuestra higiene... Por otra parte, es extraño, cuando hablas de tu práctica diaria de mindfulness o meditación pasas a ser el centro de la reunión familiar, de las cañas con los colegas, del trayecto en metro después del curro… Se hace un silencio, la gente te pregunta cosas divertidas como ”¿eres budista?", "¿comes carne?", "¿y tu mujer qué opina?", "¿los saben tus hijos?".
Salvo en algunos foros -como este, claro está-, en estos espacios privilegiados podemos profundizar para no quedarnos en algo que nos etiquete de manera superficial, sino que se convierta en la práctica transformadora que es. Es más, diría experiencia sanadora del yo y del nosotros; practicamos para nosotros y para el universo entero. Añadimos conciencia a este mundo tan necesitado.
Sus primeros contactos con la meditación
En mi caso, la práctica vino desde la vía del yoga, luego del zazen. De manera intuitiva lo exploré en mi práctica como psicoterapeuta, ya que es mi principal ocupación profesional. Digo de manera intuitiva porque fue después de atreverme a recomendarlo y practicarlo con personas en consulta con cualquier tipo de sufrimiento cuando descubrí el mindfulness académico (con libros y toda su experiencia clínica). No voy a ponerle palabras a la intensa emoción que supuso este descubrimiento… quizá nombre lo fortalecido que se vio mi ego, mi pequeño yo.
Mindfulness en su consulta de psicoterapia
A nivel profesional, cuento con esta herramienta porque veo en la práctica que hay personas a las que les descubre un mundo interior: un diálogo interno que antes era puro ruido y ahora parece como una radio bien sintonizada; no siempre suena lo que quieren, pero lo escuchan con más nitidez e incluso con el tiempo son ellos los que pueden elegir el contenido o apagar el contenido más molesto.
lo que antes era puro ruido ahora parece una radio bien sintonizada; no siempre suena lo que quieren, pero lo escuchan con más nitidez
La propuesta es, sin engaños y con la sinceridad que esto necesita, mucha práctica y, sin duda, una herramienta no al alcance de todos. He trabajado con patología mental grave y soy consciente de la inmensidad de la mente (la luz y las sombras).
Quizá, para otra ocasión, pero simplemente me gustaría nombrar las numerosas técnicas mindfulness y nuestra obligación como profesionales de elegir la herramienta para cada persona. Por tanto, a los que les ofrezco esta herramienta, practican al inicio conmigo y luego hacen suya la técnica que más les guste.
Su práctica personal
La experiencia va calando en mí de tal forma que ahora es parte de mi higiene: la practico a diario, o casi, igual que lavo mi boca varias veces al día. Es verdad que adapto mi práctica a mis circunstancias (y creo que puedo hacer esto por que también he pasado por etapas de práctica formal estructurada y en grupo donde he aprendido de personas con más práctica que yo).
Quizá aquí me detenga para señalar la necesidad de pasar por un período de “formación”, ”supervisión” o de, simplemente, pedir ayuda; nunca supondrá una pérdida salvo que el otro sea un impostor/a y no haya transitado por los senderos a los que quiere guiarnos (o puede que seamos nosotros los impostores poniendo en ese espacio o persona unas expectativas irreales.)
Para mí es necesario observar ese discurso interno, hay días de mucha actividad profesional, de un ritmo alto de tareas y, si no eres consciente de ello, llegarás a casa y seguirás con este ritmo. En el día a día “proyectamos” lo nuestro en los demás: si estoy con cierta emoción, puedo "ponerla" en la otra persona y para mí, el mindfulness ayuda a descubrirnos en estos juegos de la mente. No sólo practicamos en el cojín (práctica formal), la práctica sigue al levantarnos (práctica informal).
Mindfulness ayuda a descubrirnos en esos juegos de la mente
Empecé nombrando cómo va calando en mí la práctica hasta ser parte de mi día a día y esto se refleja también en cómo me relaciono con la familia, con los amigos/as, en la consulta... es una sensación y, de nuevo, no me entretendré con palabras, pero sí nombrar cómo trato de no ser multi-tareas, es decir, cuando escribo, escribo; cuando escucho, escucho; cuando canto, canto; cuando ando, ando… y si tengo que ser multitareas pues !ea!
Algunos aspectos importantes a tener en cuenta
Con la experiencia personal y profesional me gustaría compartir algunos “peligros “ de la práctica:
- Convertir la práctica en un bien más de consumo: es decir, tengo un carnet de socio de mi equipo preferido, de mi supermercado habitual, del gimnasio… ahora de practicante de mindfulness (que me da el poder de ser El Centro de las reuniones). Quizá lo opuesto sea dejar que la práctica nos haga, se haga en nosotros, pase a través de nosotros. Sin necesidad de exhibirlo, sin avergonzarnos -claro- ni esconderlo, sino como algo íntimo.
- Engancharse a la práctica como escondite o escapatoria de nuestra vida, sobretodo en personalidades adictivas, dependientes… las sensaciones en la práctica pueden llegar a ser placenteras y cercanas a experiencias de goce conocidas (sexo, drogas, intelectual, sensorial…) por eso, puede ser tentador pasar más y más tiempo en este estado. Por otra parte, la falta de goce no es indicador de fallo en la práctica. Al igual que en la vida hay dicha y desdicha...
- En parte derivado de lo anterior, puede conllevar el peligro de aislarnos del otro y hacer del proceso de interiorización un camino de ida sin retorno.
- Intelectualizar la práctica y dedicarnos a leer, escribir, hablar en más proporción que a experimentarla.
- Peligroso me parece, también, vaciar la práctica de la alegría y la empatía que están en las raíces de lo que ahora ha florecido en forma de mindfulness.
En algún momento antes plantee algunos de los beneficios que me aporta la práctica y, para ampliarlos, existen multitud de estudios, incluso por áreas (salud, trabajo, relaciones, colegios…). Sin embargo, os propongo imaginar como sería una sociedad en que la pregunta "¿tú meditas?" fuera tan inapropiada como "¿tú te cepillas los dientes?".
¡Buena práctica!
Eduardo Barriocanal
Eduardo Barriocanal es Psicólogo General Sanitario. Está formado en el programa Mindfulness Based Stress Reduction de la Universidad de Massachusetts y en el Centro Anna Freud de Londres en Mentalization based treatment for Adolescents. Durante más de una década desarrolló su labor profesional en la Unidad de Adolescentes del Hospital de Día - CET "Pradera de San Isidro" de Madrid. Actualmente, atiende a sus pacientes en su consulta privada de Madrid.
Puedes ponerte en contacto con Eduardo escribiéndole a barriocanalg.e@gmail.com
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